sábado, 26 de septiembre de 2015

Vainas - Optimismo

Si ponen en una balanza mi optimismo de un lado y mi pesimismo del otro, el pesimismo inclina su lado hacia abajo. Es que motivos sobran: personas muriendo de hambre; asesinos de inocentes en nombre de la seguridad; asesinos en nombre de la igualdad; religiosos lucrándose con el miedo de las personas; personas desplazadas. Cómo no ser pesimista.

Pero esos asuntos tan macro hacen perder de vista acciones cotidianas de algunos Gigantes. Por ejemplo, quienes a pesar de la evidente inseguridad del país, se detienen a dar instrucciones claras sobre la ruta que debes tomar cuando les preguntas. O quienes piden firmemente al conductor del bus que pare, cuando alguien quiere bajar y que hace rato está timbrando. O quienes corren a parar una ruta que no les sirve, porque alguien más viene corriendo tras de ella y no va a alcanzarla. O todos aquellos que reciben y pasan el billete desde la puerta de atrás del bus, y luego regresan las vueltas completicas. O quienes en un día de lluvia prefieren usar la chaqueta para cubrir a su mascota. O quienes, amables y atentos, ayudan a alguien que sufrió un accidente en la ciclovía.

Son un montón de tonterías que no bastan para motivar el optimismo, podrán decir. Pero ahora que puedo ver esos detalles cotidianos, ahora que conozco a esos Gigantes, puedo decir que mi balanza empieza inclinarse hacia el otro lado. Ahora entiendo que esas acciones son muestras de que el cinismo se puede controlar. Y si bien uno intenta comportarse lo mejor posible para que las cosas cambien, se siente mejor hacerlo con algo más de optimismo en la balanza. La bio de la cuenta de tuiter de Martín Quintana (@fragmentario) dice algo muy bello: "El mundo es demasiado bueno como para ser cínico, y demasiado malo como para ser neutral".

En este punto, you may say I'm a dreamer.

But...



BUT I'M NOT THE ONLY ONE.

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