viernes, 17 de octubre de 2014

Vainas - vendas en los ojos

Hoy en día es facilísimo encontrar movimientos que promueven comportamientos menos depredadores y excluyentes. Ciclistas, defensores de animales, veganos. Chévere. Chévere que existan estos movimientos, y que podamos ser parte de ellos, pues demuestran intención de cambio, de mejora. Dejan ver que el cinismo no está ganando la batalla.

Hace unos días un ciclista iba por la cicloruta en sentido contrario a mí, que también iba en bicicleta. Llegamos a un cruce de carros y debíamos esperar a que el semáforo nos diera el paso. Un carro, con todo el derecho que le daba el color verde en el semáforo, iba a cruzar, pero se encontró con el ciclista que venía en sentido contrario a mí, quien ni corto ni perezoso siguió avanzando, a pesar del clarísimo rojo del semáforo de la cicloruta. No vio el semáforo, pensé. Normal, a cualquiera puede pasarle. Pero no, en este caso el ciclista lo hizo intencionalmente. Se lo dijo claramente al conductor del carro: "tienen que acostumbrarse a ver si hay ciclistas cruzando". Y sí, todos aquellos que conducen carros deberían verificar que no hayan personas o ciclistas cruzando. Pero este ciclista en especial lo dijo con ínfulas de buen ciudadano, como si ir en bicicleta lo revistiera de una autoridad moral inapelable. Y lo dijo cuando el semáforo ESTABA DANDO EL PASO AL CARRO.

En el tiempo de la conquista de América, la evangelización parecía una alternativa razonable y humana frente a los salvajes sacrificios que se practicaban como ofrenda para dioses. Unos años después, los mismos evangelistas rostizaban herejes.

Ojalá que el fanatismo no se convierta en la venda que ciegue los ideales de ciclistas, defensores de animales y veganos.

La Patria - Toreo II

Escribí el anterior post sin haberme hecho una pregunta fundamental: ¿cualquier tradición cultural debe protegerse a rajatabla? Kalus Ziegler expone aquí un argumento contundente para responder esa pregunta:

"Hasta 1957, para mencionar un ejemplo, la legislación colombiana prohibía el voto femenino. Negarle el voto a la mujer fue 'tradición' hasta hace poco. Así mismo, no fueron menos 'tradicionales' la discriminación racial y el linchamiento moral de los homosexuales. La mutilación genital femenina ha sido tradición cultural y religiosa en muchos países islámicos; el Corán, a manera de escarmiento, también recomienda la amputación de la mano del ladrón: otra costumbre centenaria. Y no olvidemos que la tortura se practicó de manera tradicional en el mundo entero hasta finales del siglo pasado. Espectáculos tan salvajes como las corridas actuales hicieron parte durante siglos de viejas tradiciones europeas: 'La quema del gato' y 'El hostigamiento del oso' fueron diversiones populares en Inglaterra desde el siglo XVI, vetadas por el Parlamento en 1835."

Entonces, se puede decir que no siempre es conveniente proteger las tradiciones culturales. Lo difícil es establecer cuándo sí y cuándo no. Porque seguramente todos estamos de acuerdo en que sí se deben proteger algunas como los juegos autóctonos (rana, chaza, tejo), los carnavales de cada región, los cultos religiosos tradicionales. ¿Pero en qué punto deben dejar de protegerse? Cuando atentan contra otro ser vivo, digo yo. Lo bueno es que todos, incluso los amantes de los toros, pueden reconocer cuándo se está atentando contra otro ser vivo.

Para rematar, el mismo Kalus Ziegler dice en su artículo: "Si algo ha caracterizado el proceso de civilización ha sido precisamente la capacidad de las sociedades para romper con costumbres bárbaras, consentidas y protegidas por las instituciones de cada época."

Ahí les dejo para seguir pensando.