viernes, 17 de octubre de 2014

Vainas - vendas en los ojos

Hoy en día es facilísimo encontrar movimientos que promueven comportamientos menos depredadores y excluyentes. Ciclistas, defensores de animales, veganos. Chévere. Chévere que existan estos movimientos, y que podamos ser parte de ellos, pues demuestran intención de cambio, de mejora. Dejan ver que el cinismo no está ganando la batalla.

Hace unos días un ciclista iba por la cicloruta en sentido contrario a mí, que también iba en bicicleta. Llegamos a un cruce de carros y debíamos esperar a que el semáforo nos diera el paso. Un carro, con todo el derecho que le daba el color verde en el semáforo, iba a cruzar, pero se encontró con el ciclista que venía en sentido contrario a mí, quien ni corto ni perezoso siguió avanzando, a pesar del clarísimo rojo del semáforo de la cicloruta. No vio el semáforo, pensé. Normal, a cualquiera puede pasarle. Pero no, en este caso el ciclista lo hizo intencionalmente. Se lo dijo claramente al conductor del carro: "tienen que acostumbrarse a ver si hay ciclistas cruzando". Y sí, todos aquellos que conducen carros deberían verificar que no hayan personas o ciclistas cruzando. Pero este ciclista en especial lo dijo con ínfulas de buen ciudadano, como si ir en bicicleta lo revistiera de una autoridad moral inapelable. Y lo dijo cuando el semáforo ESTABA DANDO EL PASO AL CARRO.

En el tiempo de la conquista de América, la evangelización parecía una alternativa razonable y humana frente a los salvajes sacrificios que se practicaban como ofrenda para dioses. Unos años después, los mismos evangelistas rostizaban herejes.

Ojalá que el fanatismo no se convierta en la venda que ciegue los ideales de ciclistas, defensores de animales y veganos.

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