viernes, 29 de agosto de 2014

Vainas - Qué lejos está todo

Primero lo primero: lástima no poner esto en un blog, pero es por sinceridad conmigo, pues sé que no soy capaz de alimentarlo permanentemente. Ni esporádicamente, para ser totalmente sincero. Y lástima que así sea, porque escribir me gusta, pero tengo pocas ideas, o ganas, quién sabe.

Segundo lo segundo: hace ratísimo no escribo. O sea, escribir en serio, con las ganas de poner una idea en palabras. Porque en el trabajo escribo y escribo, pero casi nunca por placer. O catarsis, que es otra joda que me incita a escribir.

Y tercero lo importante: creo que soy muy bueno para las despedidas. Primero porque soy un buen mentiroso y puedo ocultar expresiones exageradas de alegría o tristeza. Segundo porque creo que son pocas las despedidas de verdad. Para que sea de verdad se requiere que sea bien lejos y por un tiempo prolongado. Si no cumple esas dos condiciones para mí no hay despedida. Y como no hay despedida, es un adiós como cualquier otro y por eso me genera más bien poca alegría o tristeza. Y tercero porque soy más de los tipos que gustan de botar basura, que de los que coleccionan cosas. 

Pero bueno, eso ya lo sabía. Lo nuevo es que ahora sé que soy bueno para las despedidas cuando soy quien se va, no cuando me quedo. O sea: cuando en una despedida soy quien se queda mi pokerface es impecable (ayuda mucho el asunto ese de las dos condiciones que mencioné arriba), pero después me entra un guayabo bravo. El guayabo es por lo que ya dije: porque me quedo. No es que me quiera ir detrás de quien se va, pues muchas veces poco me importa la persona de quien me despido. La cuestión es que cuando me despido de alguien que se va, me doy cuenta más que nunca que me estoy quedando, que al siguiente día mi rutina va a ser casi la misma, mientras que la de esa persona que se va será totalmente distinta. Mejor o peor, quién sabe, pero distinta. Y tampoco es que no me guste dónde estoy, sino más bien que tengo como miedo a quedarme quieto.

Hace poco puse en el tuiter que es bueno que las cosas estén lejos porque cuando están al alcance uno se va quedando quieto. No vi los problemas: hacen falta güevos para ir por eso que está lejos, hacen falta güevos para dejar tanta vaina atrás, hace falta saber qué quieres de todo eso que está lejos. Las cosas están más lejos de lo que aparentan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario